Mobbing

LAS HORAS SUBTERRÁNEAS

by Cui Jun

Thibault y Mathilde tienen miedo/miedos. No saben por qué están tan lejos de todo, lejos de cualquier cosa que no tenga que ver con el trabajo. Pasan los años, incluso, y no ocurre nada fundamental, pero un día, casi de manera inadvertida, todo empieza a modificarse. Hoy, 20 de mayo, va a sentarse porque nadie la espera, porque ya no sirve para nada.

Delphine de Vigan escribe una novela cien por ciento urbana y la titula Las horas subterráneas (Suma de Letras 2010). La ciudad guarda en sus entrañas a hombres y mujeres que acaban muriendo solos, mientras que los demás no saben nada de ellos hasta que el olor es demasiado fuerte o los gusanos han atravesado el umbral. Thibault es médico y recorre París, también podría tratarse de cualquier otra gran urbe, tras una rinofaringitis, una gastroenteritis o porque una anciana se siente sola y cansada y ha perdido la dentadura postiza. Día tras día, año tras año.

El jefe toma decisiones y reorganiza los departamentos de la empresa de acuerdo a las necesidades de competencia con la intención de adelantarse a los acontecimientos futuros y ganar (o al menos no perder) mercados. Desde hace unas semanas, Mathilde ya no tiene nada que hacer. Nada. Mathilde siente que la empresa la ha aislado del resto como medida sanitaria.

Primero es el vacío e, inmediatamente, sobreviene la impotencia ante las acusaciones y las mentiras incontrastables. Los desplantes de los demás que siempre optan por el poderoso, por quien les garantiza el salario. Luego, sobrevienen las ganas de vengarse, llega incluso a visualizarse al responsable de los males muerto de la peor manera, con un disparo en la cabeza, apuñalado, quemándose entre alaridos… La rabia construye un tapón que se instala en el pecho y en el estómago.

Las horas subterráneas, Premio de los Libreros 2008 y finalista del Premio Goncourt 2008, es, entre otras cosas, un relato minucioso y descarnado acerca del proceso de mobbing en una multinacional y es la batalla incansable por mantener viva la ilusión que una vez empujó a los personajes a meterse donde se hallan.

En Café Copenhague ya hemos hablado de otra novela, mucho más recomendable, de esta misma autora francesa: Nada se opone a la noche.